domingo, 17 de febrero de 2008

Que Tristeza Llegar a Venezuela...

El titulo es un poco fuerte pero, sinceramente asi me siento en este momento. Vengo llegando de viaje, de Curazao una isla mucho mas pequeña que la Isla de Margarita. Un sitio pequeñito donde funcionan las cosas, sencillamente funcionan y ya. La gente contenta, buen servicio, calidad de vida, etc. En contraste Venezuela un país rico en petroleo y otros recursos pero que se cae a pedazos. En una semana, miles de cosas.

Primero viajar en Aeropostal, una linea aérea que nunca aprendió a respetar al pasajero. Para llegar a Curazao, nos llevan primero a Santo Domingo, en República Dominicana, nos hacen esperar una hora montados en el avión para después devolverse a Curazao, nunca entendí el por que, hasta que llegue a Santo Domingo. Y al ver que muy pocos pasajeros no se bajan en Santo Domingo, lo entendí todo. Lo hicieron para ahorrar costos. Se ahorraron el viaje a Curazao de ida y como de vuelta tenían que hacer escala obligada, pues que importa que esperemos, total, un viaje de 35 minutos se convierte en uno de 4 horas. Una línea aérea que nunca sirvió, no sirve ni servirá. Lamentable.

Al llegar a Venezuela, largas cola de inmigración para los mismos venezolanos, los extranjeros entran mas rápido a Venezuela que nosotros, aproximadamente 2 horas para que te sellen el bendito pasaporte. No se como sea en otras partes del mundo, pero a donde yo he viajado, siempre veo a los residentes pasar volando por inmigración, mientras que los extranjeros nos quedamos atrás viéndolos pasar. Osea, estas llegando a tu país. Además como en todo, el aeropuerto sacrifica servicio por costos abriendo 4 o 5 taquillas en donde hay por lo menos 20.
Por fin en casa y cuando llego, oigo llantos de una persona que también estaba de viaje y al abrir la puerta de su apartamento se encuentra con la hermosa sorpresa de que los habían robado. Ok, la palabra no es robado, digamos más bien mudado. Muebles y todo.

Y solo nos queda preguntarnos, porque nos pasa esto. Y el problema es de mentalidad, de lo que somos en esencia o en lo que nos hemos convertido. Yo solo siento tristeza, porque la culpa no es del agente de inmigración o de la persona que atiende el counter en Aeropostal y mucho menos de la persona que la dejaron en la calle. Incluso me atrevo a decir que ni siquiera el ladrón es culpable. El problemas es el ser Venezolano, el habernos acostumbrado a lo que es hoy Venezuela. A convertirnos en un pueblo sublevado a tantas miles de cosas que nos ofenden a diaro. A esperar sentados ser víctimas de las probabilidades, incluso hasta por dejar de quejarnos cuando el servicio (que pagamos por cierto) no es el que esperamos. Y poco a poco Venezuela se nos escapa entre las manos, como la arena en que hace pocos días se escapaba entre los dedos de mi hija de 3 años.

Me niego a pensar que el futuro de mi hija no pueda ser en su país, en el sitio donde nació. Y tengo la seguridad que en que la mayoría de los venezolanos somos buenos, pero nos dejamos controlar por un grupo de personas egoístas y sin escrúpulos. Y cuando entiendes que no somos muchos si no que somos uno solo, parte de un todo, es difícil entender por que somos como somos y por que pasan estas cosas. Cambiemos, es perentorio hacerlo. Seamos mejores, entendamos que solo asi tendremos país para nuestros hijos. Porque esperar un nuevo gobernante? Hagamos lo ya, no importa como. Ayudemos nos los unos a los otros, prestemos un buen servicio, seamos empáticos. No necesitamos un líder o una doctrina para hacerlo. Dejemos de usar el gobierno como excusa y empecemos a construir. Quizá mañana, nos de alegría estar de vuelta en nuestra patria, y no tristeza como se que a muchos hoy les da.

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