domingo, 6 de julio de 2008

Sin Existencialismos, Por Favor...

Todos coincidiremos en que la vida es complicada. Para unos más que para otros. Yo tengo 31 años estudiando, aprendiendo, tratando de entenderla, y aun no se mi nivel de éxito. No se si estoy por debajo del promedio, en fin, no se ni siquiera si pasé la materia o no.

El tiempo pasa, sigue pasando, y no es que me sienta viejo ni mucho menos. Al contrario, me siento que apenas a mis 31 acabo de despertar, aunque esto lo escriba a las 3 y media de la mañana en unas de esas noches que no puedes dormir de tanto pensar, de tanto recordar y de tanto reflexionar.

Piensas entre otras cosas en algunas personas, que han tocado tu vida para dejar marcas, Cuantas de ellas aun perduran en lo que conforman mis creencias, en lo que nos completa como seres y cuantas otras se quedaron en el camino, cambiadas por otras, que lograron convencer mejor.

Y llegan los hijos y te toca enseñarles a ellos, sobre una materia que apenas dominas. Repites cosas que todos repiten, y te miran raro si vas contra la corriente. Tanto de lo que he aprendido me dice que caminar con el resto no es el camino que quisiera seguir, mucho menos llevar a mi hija de la mano. Entender que es lo importante; eso es lo que debo hacer.

Ahora, siento que he perdido tanto tiempo en status, en dinero, en lograr hacer un nombre creyendo que eso era lo importante. Y resulta que no, que he caminado completamente lejos de la vía a transitar. Porque? Porque siempre es más fácil caminar por aquellos senderos ya abiertos por otros. Debí quizá cruzar esa selva, cortando ramas y pisando fuerte para llegar a otro lugar, no el que persiguen todos, sino otro mucho más puro, más intrínseco, menos evidente.

Corres, caminas, gateas, vuelas cuando a lo mejor es el momento de quedarse muy muy quieto y en silencio. Solo en el más profundo silencio empezamos a escuchar, las cosas importantes, las que trascienden el ruido que está en la superficie. Es allí donde empezamos a darnos cuenta de los pequeños grandes detalles, como el brillo de los ojos de tu hija cuando te mira en la mañana, o a entender el amor incondicional, eterno que va más allá de lo que podemos imaginas. El amor que perdona y sonríe, el que no se acaba nunca, a pesar de las circunstancias. El que al contrario se renueva con cada adversidad, con cada error, haciéndose siempre más fuerte.

31 años se dice facil. No son 41, ni 81, ni 61, pero fueron suficientes para mi para entender que no entiendo nada. Apenas empiezo a pensar diferente, a buscar despegarme de lo cotidiano, de lo masivo para ser diferente. Aquello que es diferente, resalta, como si ese fuera el objetivo. Es difícil nadar contra la corriente cuando tienes 31 años de estimulo, diciendo lo contrario. Siempre dejarse llevar es más fácil. Llámame complicado.

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