Hoy se murió mi Abuelita Edilia. Ya estaba bien viejita y a pesar de que no teníamos una relación como otros nietos que se crían con sus abuelas, hoy me da tristeza que ya no esté con nosotros, entre otras cosas por el dolor que debe sentir mi madre de perder a su madre de crianza. Por otro lado me dio cosa no poder acompañar a mi madre en su dolor. La llamé varias veces para ver como estaba y al hacerlo me imaginé lo que sería, el perderla a ella, a mi mamá, a la persona que se ocupo de mi, que me aguantó, que me cuidó cuando estaba enfermo, y cuando me portaba mal.
A otras horas de la tarde me puse a terminar las hallacas que habia empezado el día anterior con mi suegra. Y dentro de la tristeza pensaba en lo que representan las abuelas y las madres al hacer una hallaca. El esfuerzo, el amor que implica, el proceso de hacer 100 y más hallacas, y a su vez la tradición que ellas se han encargado de mantener en nuestras familias, son cosas que se extrañarán cuando ellas ya no estén. Como hoy extraño las historias, que nunca me contó mi abuela o las recetas que nunca me enseño, por culpa de ambos, quizá porque yo tampoco se las pedí.
Es una nostalgia extraña, a pesar de que sé que está por fin en un mejor lugar. Hoy mientras cocinaba se escuchaba la gaita de Cardenales del Éxito “Madre es Madre”. Una gaita que siempre me hace llorar y sobretodo apreciar el valor de una madre. Y con esa gaita, me despido de mi abuela, entendiendo que a su manera fue una madre brillante, para darme a la que hoy tengo y a quien hoy amo mucho más. Y por siempre la tendré en mi recuerdo, agradeciendo todo lo que directa e indirectamente me dió.
Llega el momento donde se mueren nuestros viejos, y es allí donde nos damos cuenta lo mucho que nos faltó por preguntarles, por decirles, por quererles... y eso dá mucha tristeza. Una navidad no tan feliz por extrañarla, pero a la vez feliz porque está en un sitio mucho mejor que este, descansando en paz.
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